revista de actores y actrices en movimiento
2014 - año IV
Estaba, como cada día a primera hora, escuchando esas constantes y devastadoras noticias con las que nos dan los buenos días cada mañana los noticiarios, los informativos, la prensa escrita, la virtual, los programas de televisión empeñados en contar con expertos que de nada saben… noticias sobre desahucios, quiebras, procesos judiciales de casos de corrupción, devaluación del país, deterioro de la sociedad, etc… cuando me vino a la cabeza una idea que en principio me pareció genial pero que después de un tiempo no muy largo de reflexión, me pareció realmente una barbaridad. Se me había ocurrido que eliminando los intereses se podía solucionar el peso de la losa de la deuda en la que estamos atrapados. Esto es, que de las deudas existentes sólo se pagara el principal, y que desapareciera la obligación de pagar intereses. Esto para gobiernos, empresas y particulares. ¡Que locura! Pero aún así, ese mismo día debía verme con mi amigo y él sabe mucho de esto, así que, pese a sentir que iba a hacer un ridículo espantoso, cuando tuvimos un momento de tranquilidad se lo conté y ¿qué paso? Pues… que me llevé una sorpresa inimaginable.
EDUCACIÓN FINANCIERA
por Ángel Maestre

Ángel Maestre es Actor, docente y Asesor financiero, económico y fiscal
Nº 17: El efecto de los intereses.
La perversidad del sistema monetario.
(2ª Parte)

Tuve recientemente la suerte de escuchar a mi sabio amigo en una charla en la que compartía con jóvenes estudiantes de bachiller su conocimiento sobre materia financiera. Habló entre otras cosas, muy interesantes todas por cierto, de los intereses y de sus efectos. Como esta materia está en relación con el artículo anterior que escribí, a modo de continuación voy a transmitiros la esencia de sus explicaciones.
Mirad, las consecuencias que tiene el cobro de intereses sobre los préstamos es algo muy difícil de entender y además es muy poco conocido, no obstante, pueden resumirse los efectos del interés en los siguientes tres puntos:
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El interés fomenta la competencia sistemática entre los participantes del sistema.
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El interés estimula en forma constante la necesidad de un crecimiento económico permanente, aun cuando los niveles de vida reales permanezcan estancados.
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El interés concentra la riqueza gravando con impuestos a una gran mayoría a favor de una pequeña minoría.
Para explicar el primer efecto, es decir, cómo el interés fomenta la competencia, mi amigo se ayudó de un cuento australiano muy ilustrativo.
Y este es el cuento:
El undécimo circulo
Érase una vez un pueblecito del interior de Australia en donde la gente solía utilizar el trueque para todas sus transacciones. Los días de feria iba y venía con pollos, huevos, jamones y panes en las manos y negociaba durante un largo tiempo intercambiando mercadería con sus compatriotas. Aparte, en los periodos clave del año, como en la época de las cosechas o cuando había que reparar un granero después de la tormenta, se retomaba la costumbre de ayudarse mutuamente, que provenía de la tradición antigua. Todos sabían que si alguna vez tenían un problema, otros les prestarían ayuda.
Un día de feria un extranjero, calzado con zapatos negros y relucientes y elegante sombrero blanco, se acercó y observó la escena con una sonrisa sardónica. Cuando vio a un granjero que corría para atrapar a los seis pollos que deseaba canjear por un gran jamón, no pudo evitar soltar la carcajada: “pobre gente” dijo, “tan primitiva”. La mujer del granjero escuchó estas palabras y lo desafió preguntándole: “¿crees que puedes manejar a los pollos mejor que mi marido?”. “A los pollos no”, replicó él. “Pero hay una forma mejor de resolver ese problema”. “¿Sí? ¿Cuál?”, le inquirió la mujer. “¿Ve aquel árbol allí enfrente?", le espetó el forastero. "Bueno, iré allí a esperar que ustedes me traiga un gran cuero de vaca. Luego, haz que todas las familias me visiten. Les explicaré una mejor manera".
Cuando tuvo el cuero de vaca, lo recortó en círculos perfectos y en cada uno puso un lindo sello de correos. Luego ofreció a cada familia 10 círculos les explicó que cada uno representaba el valor de un pollo. Dijo: "ahora pueden comerciar y negociar con los círculos en lugar de hacerlo con los pollos ariscos".
Su argumento era convincente. El hombre de zapatos brillantes y brioso sombrero impresionó a todos.
Una vez que toda las familias recibieron sus 10 círculos, el hombre añadió: “¡Ah! me olvidaba. Dentro de un año volveré y me sentaré bajo este mismo árbol. Quiero que cada uno de ustedes me devuelva 11 círculos. El undécimo círculo será una muestra de aprecio por la mejoría que acabo de introducir en su vida”. El granjero de los seis pollos le pregunto “¿cómo podemos obtener el 11º círculo?”. “Ya verán”, contestó el hombre con una sonrisa tranquilizadora.
***
Si ese año la población y la producción anual de ese lugar se hubieran mantenido estables ¿qué habría pasado? Recuerden que ese 11º circulo nunca fue creado. Por lo tanto, a la postre, aunque todos se las arreglaran bien en sus negocios, una de cada 11 familias debería perder todos sus círculos para que otros obtuvieran el 11º.
A partir de entonces, cuando una tormenta amenazaba la cosecha de una de las familias, la gente ya no era tan generosa como antes y no brindaba su ayuda antes de que se desatase el desastre. Resultaba mucho más convincente intercambiar los pollos por círculos en el día de feria, pero este nuevo juego desestimaba, sin quererlo, la cooperación espontánea tradicional entre los habitantes de la aldea y generó, en cambio, una furia competitiva sistemática entre todos ellos.
Y así, tal y como se desprende de este cuento, es como el sistema monetario actual hace que los participantes de la economía necesariamente compitan entre sí.
¡Imaginad! cuando pedís un préstamo a un banco para comprar una casa por ejemplo, el banco te presta, digamos, 150.000 € , tienes que devolverlo en, supongamos, 15 años, sumando los intereses, es decir, le pagarás al banco unos 300.000 € en ese tiempo. O sea, al final habrás pagado tu casa dos veces. Pero el banco sólo “creó” 150.000€ en el mismo momento en que se firmó el préstamo y ¿de dónde salen los otros 150.000€? Pues la respuesta es fácil; de otra gente, otra gente que necesariamente debe quebrar.
O sea, cuando pagamos los intereses correspondientes al préstamo estamos tomando el capital de otras personas que, y es así de crudo, se quedan sin él.
Esto quiere decir que, el mecanismo para “crear la escasez” indispensable para el funcionamiento de un sistema de deuda generada a través de los bancos implica “la competencia entre personas” por el dinero que no ha sido creado, es decir, por los intereses. Este sistema “machaca” a aquellos que no logran el objetivo, dicho está, los manda a la quiebra.
Sacad vuestras propias conclusiones. En la actualidad, ¿quiénes son los que están siendo machacados por el sistema?.
Interesante ¿verdad?.
Se debería pensar en un sistema monetario que lejos de generar competencia generara cooperación. Y los hay, pero esto es tan difícil como sustituir la energía del petróleo por energías ecológicas.
Ahora debo despedirme, no sin anunciaros que en próximos artículos os contaré por qué el sistema monetario en el que estamos inmersos, capitaneado por “el interés”, genera la necesidad de un crecimiento permanente y por qué hace que la riqueza se concentre en una minoría, gravando a la inmensa mayoría.
Espero que hasta entonces vayáis contando por ahí el cuento del undécimo círculo, a ver si conseguimos que todo el mundo se vaya dando cuenta de que somos presos de un sistema implantado e impuesto para todo el mundo por, dicho de forma literal, una pequeña minoría a la cual el sistema le funciona a las mil maravillas.
¡Hasta pronto!
