top of page

SER O NO SER ACTOR

El legendario clown Jango Edwards solía acabar sus espectáculos con un maravilloso discurso en el que, entre otras cosas, decía:
“¿Por qué las personas de occidente dedicamos 11 meses a hacer lo que no nos gusta para dedicar sólo un mes a hacer lo que nos gusta? ¿Quién nos dijo que nuestra misión es entregar la mayor cantidad de horas en la semana a contribuir a enriquecer a otro en lugar de enriquecernos a nosotros mismos?”
Y existe un documental que sirve como mapa para adentrarse en las respuestas: “La educación prohibida”

















































Porque parte de la clave tal vez tenga relación con los valores con los que nos programan desde muy pequeños, cuando nos adentramos en el gran túnel de la educación institucional. Al fin y al cabo, más allá de lo que mamamos en casa con nuestra familia, es en la escuela donde pasamos la mayor cantidad de horas entre los 3 o 4 años y los 18.

En la página web de la película (http://www.educacionprohibida.com) leemos:



“Esta es una película documental que se propone cuestionar las lógicas de la escolarización moderna y la forma de entender la educación, visibilizando experiencias educativas diferentes, no convencionales que plantean la necesidad de un nuevo paradigma educativo. Es un proyecto realizado por jóvenes que partieron desde la visión de los que aprenden y se embarcaron en una investigación que cubre 8 países realizando entrevistas a más de 90 educadores de propuestas educativas alternativas. La película fue financiada colectivamente gracias a cientos de coproductores y tiene licencias libres que permiten y alientan su copia y reproducción”.



“La Educación Prohibida se propone alimentar y disparar un debate reflexión social acerca de las bases que sostienen la escuela, promoviendo el desarrollo de una educación integral centrada en el amor, el respeto, la libertad y el aprendizaje”.

Desde su origen, la institución escolar ha estado caracterizada por estructuras y prácticas que hoy se consideran mayormente obsoletas y anacrónicas. Valores como la competitividad, el sacrificio, el rendimiento, la productividad, hablan de un concepto general que busca, más que nada, seres obedientes, consumistas e individualistas. El perfil ideal para eternizar el sistema.  “Decimos que las actuales políticas educativas no acompañan las necesidades del Siglo XXI. Su principal falencia se encuentra en un diseño que no considera la naturaleza del aprendizaje, la libertad de elección o la importancia que tienen el amor y los vínculos humanos en el desarrollo individual y colectivo”.

 

El visionado de esta maravillosa e inquietante propuesta moviliza. Nos abre los ojos de cara al futuro, de cara a lo qué deseamos para nuestros hijos, y por ende para la sociedad. Nos abre los ojos sobre la necesidad de nuevos pactos de convivencia. Nos invita también a reflexionar sobre nuestro pasado, a buscar entender porque funcionamos cómo funcionamos y dónde y cómo pueden haber comenzado a diagramarse los patrones que hoy nos dominan, frenan y coartan para poder desarrollar nuestra genuina misión en libertad, alimentando nuestra capacidad de acción.


Para saber dónde estamos sirve ver de dónde venimos y cómo llegamos hasta aquí. Y entonces, gracias a esa comprensión, comenzar a recorrer nuestros pasos futuros desde una nueva percepción.
Así, tal vez, dentro de unas décadas, ningún clown necesite terminar sus espectáculos con tan incómodas preguntas.

por Joaquín Daniel

Joaquín Daniel es Actor, Director, Periodista y Músico

La educación prohibida

bottom of page