El año 2012 ha sido un año vital y profesionalmente muy importante para mí, de gran aprendizaje. Despertando de un momento difícil en la primavera pasada, aterricé gracias a dos amigas actrices en el laboratorio de investigación actoral sobre la figura de la mujer en los conflictos bélicos que Consuelo Trujillo coordinaba en Barcelona bajo propuesta de PROJECTE VACA (projectevaca.com).

Lo que más me interesaba era ahondar en mi faceta interpretativa, más que en la dramatúrgica, que es tal vez mi vocación teatral más primigenia. Pero aún así también formé parte del equipo de dramaturgas que, junto con Consuelo, fuimos hilvanando la línea del cuerpo del espectáculo, siempre siguiendo el pulso del trabajo colectivo de las compañeras. 

 

En la recta final, como siempre, faltaba tiempo. La presentación al público estaba prevista para el 9 de noviembre dentro de la Mostra NOVEMBRE VACA y, desde Madrid, Consuelo me pidió que le hiciera una propuesta de texto para el final del montaje. El encuentro con Mara Truth, una imago de mujer universal que de algún modo nos representa a todas, abrió en mí canales de creación paralelos, uno de ellos un poemario en el que sigo trabajando. Abrí el documento del poemario ¿Quién ama a Mara Truth? y el primer poema que apareció fue el que le envié: Últimas palabras de la madre de Mara. 

 

Siempre he creído en el poder y la fuerza de la palabra, en su inocencia más original, sin perversión en su interpretación. Sin embargo en la actualidad le han faltado tanto el respeto que una a veces duda sobre si todavía se puede alzar la voz con ella sin temor a ser malinterpretada.

 

Cuando nos tocó ensayar el final, todas mis compañeras, de pronto, se acercaron a mí conmovidas por la fuerza del poema, por esas palabras de la madre de Mara Truth, para explicarme lo que habían sentido al leerlas. Después, mientras recitaban, muchas lloraban. Y eran lágrimas de conmoción-emoción.