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Suele ser el fin de año y comienzo de uno nuevo, momento en que nos damos un tiempo para la reflexión, momento de mirar atrás y comprobar qué hemos hecho, momento de mirar hacia delante y fijar objetivos, momento sea como sea de valoración de lo que ha sido y de lo está por venir. En estos pensamientos estaba cuando sentí la necesidad de escribir mi propia reflexión y compartirla con quienes tengan el tiempo y el deseo de leerla.


 


Acabamos un año en el que ha quedado claro que el protagonismo ha sido capitalizado por la profunda crisis que estamos viviendo, principalmente en los países occidentales, principalmente en los países más desarrollados. Una crisis que si bien afecta directamente a la economía, en realidad es mucho más profunda, y lo que está en juego es muchísimo más de lo que parece.


El sistema económico, tal y como se ha montado, se nos ha ido de las manos. Esto es realmente lo que ha pasado. Cuando digo, se nos ha ido, me refiero a la humanidad. Todo está basado en el referente “El Dinero”, algo que ha sido creado por el ser humano y que ahora gobierna al ser humano. Todo gravita, todo gira, en torno a este concepto que curiosamente muy poca gente sabe definir.



Es curioso pero cuando se hace la pregunta: ¿Qué es el dinero?, normalmente se responde a otra pregunta que es ¿Para qué sirve el dinero?.  Haced la prueba y  comprobaréis que os responderán hablando de para qué sirve el dinero. No, ¿qué es?. Este es el mismo problema que tienen los libros de economía, siempre hablan de para qué sirve pero nunca hablan de qué es realmente el dinero.


 Y el dinero es tan sólo una confianza mutua, y esto sólo vive y muere en la mente humana, es un intangible que vale lo que los demás creen que vale. Tiene, entre otros, un gran aspecto negativo y es que cuando una sociedad pierde la confianza en su dinero, pierde confianza en si misma. El debate no es ni debe ser que si la inflación, la deflación, el tipo de interés, la cotización de la divisa, patrón oro, papel moneda, etc… ¡No! El debate debe ser sobre la sociedad que va a utilizar ese dinero.



Me he preguntado muchas veces por qué ocurre y ha ocurrido durante siglos aquello que dijo el famoso economista John Kenneth Galbraith: “Más que cualquier campo en la economía, el estudio del dinero utiliza la complejidad para encubrir la verdad o evadirla, pero nunca revelarla.



Es curioso, pero vestido de desarrollo sustentable, vestido de modelos de consumo, vestido de crecimiento imparable, la pobre humanidad está atrapada en la trampa del funcionamiento de este intangible concepto, “El Dinero”.



EDUCACIÓN FINANCIERA

por Ángel Maestre

Ángel Maestre es Actor, docente y Asesor financiero, económico y fiscal

En próximos artículos desarrollaré y hablaré de los secretos mejor guardados del Dinero, quiero explicar por qué sigue siendo un tabú, por qué no se explica convenientemente, por qué  no se educa sobre algo que afecta a todo el mundo.


Parece que para saber sobre la naturaleza del dinero hay que estudiar ciencias económicas o ciencias empresariales, etc… ciencias de las que siempre se transmite que son aburridas y muy técnicas (recuérdese la estereotipada figura del aburrido contable), ciencias calificadas de “frías y calculadoras”, siempre despojadas de todo aspecto emocional. 


Todas estas creencias, tienen un objetivo y es apartar a la gente del conocimiento de algo que, por el contrario,  es absolutamente emocional. ¿Qué me decís del miedo a no tener, de la ambición, de la codicia, de la angustia, de la depresión… De la generosidad, de la solidaridad, etc, etc...?

 
El que esto se haya tratado de esta manera durante siglos no tiene otro motivo que la ocultación de la verdad. La creación del dinero es invisible para quien no está preparado y educado, y muchas veces cuando se habla de la verdadera naturaleza del mismo, quien lo escucha por primera vez se suele quedar con cara de “No me lo puedo creer”.


Se nos ha ido de la manos, sí, pero hay soluciones que sólo pasan por una reconversión de valores, reconversión que pasa por destronar al becerro de oro y valorar lo más importante que tenemos: nuestra vida, nuestras relaciones, nuestra felicidad.


Por cierto, ya lo decían Epicúreo,  Séneca y otros:


Pobre es el que necesita tener mucho, y desea y desea más y más.


El reto que como humanidad tenemos por delante es colosal, así que uno de los objetivos para este nuevo año puede ser el reflexionar sobre lo que estamos viviendo y empezar a reconstruir nuestra conciencia y un mundo más solidario y mejor, dejando atrás un sistema basado en la más absoluta y descarnada competencia.


Os deseo un Feliz Año Nuevo lleno de luz, conocimiento y sabiduría.

 

Nº 14: ¿Se nos ha ido realmente de las manos?

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